ENTREVISTA EVA MAGAÑA

Eva Magaña en un momento del rodaje. (Foto © Raquel Izquierdo)

"Hay que expresar el vértigo en su justa medida"

Carlos Gurpegui, crítico de cine experto en la obra de David Lynch, entrevista a la protagonista de ‘Covet is not the word anymore’ EVA MAGAÑA.

¿Qué es el vértigo? Porque interpretar tal caudal de emociones en tan poco tiempo requiere sumo equilibrio. Es tener una forma de sentir muy intensa, visualizar la emoción y encajar técnicamente todo lo que quieres mostrar. Sí que hay vértigo en canalizarlo sin excesos, pero también sin demasiada contención. No sólo hay que sentirlo, hay que expresarlo en su justa medida, la cámara es un termómetro que capta cada centésima y no perdona.

¿Por qué ‘Covet is not the word anymore’ es un cortometraje diferente? Desde mi experiencia esta es la primera vez que trabajo así, a partir de un texto, de unas palabras autobiográficas del propio homenajeado, David Lynch. Lo que él sugería, lo que ha interpretado la directora y lo que ésta me ha dejado aportar forman una especie de cadena evolutiva, que finalmente terminaría en la visión de cada espectador.  

¿Qué importancia tiene la luz en su personaje? Dicen que no hay actores guapos o feos, buenos o malos, sino bien o mal iluminados. La luz además aquí juega un papel un poco yin yan, la dualidad acompaña siempre a los personajes Lynch.  

Vestido, caramelos, pintalabios, etc. Mucho rojo en la pieza. ¿Rojo trágico o rojo pasión? Desgraciadamente las pasiones nos arrastran a la tragedia, y afortunadamente la tragedia también nos empuja a la vida y ésta, de nuevo, a la pasión. Creo que vivimos en un círculo vicioso bastante difícil de romper. Todo es tan cíclico que asusta.  

Además de su buen hacer, ¿qué incorporó de cosecha propia al protagonista? A partir del texto de Lynch y de la visión y enfoque de Marina yo hice mi propia propuesta de vestuario, me ayuda mucho para construir el personaje. Luego soy muy orgánica y rápidamente propuse ese momento pintalabios en el que paso a ser un payasito loco. La locura está tan cerca de la cordura y de la sensibilidad…

El cine postclásico encumbra al psicópata como el nuevo héroe. ¿Ya sólo queda tiempo para los villanos o el sálvese quien pueda? Tengo facilidad para lo malvado, los papeles extremos son muy agradecidos. Pero en la contención, en la mesura, radica el malabarismo. El malvado de hoy es la víctima de ayer. El reto está en evitar que la víctima de hoy sea el verdugo de mañana.

¿Qué es lo que más le gusta del cine de David Lynch? Que no todo sea razonable, aunque esté meticulosamente estudiado. Los planos, los personajes, las acciones y reacciones para mí, como espectadora, obedecen más a la emoción que a un plan sesudamente trazado. Es como un sueño febril.  

¿Cómo ha sido trabajar para Marina Badía? ¿Qué destacaría de esta joven promesa? Marina tiene un mundo interior muy acelerado, no para la maquinaria nunca. Maniobra muy bien entre lo que planea y lo que surge espontáneamente, está abierta a explorar nuevos universos, siempre leyendo, viendo, creando. Marina es un gerundio. 

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